La inseguridad en el ámbito de salud
se ha intensificado notablemente en Rosario, convirtiéndose en una de las
problemáticas más alarmantes en la ciudad. La misma está íntimamente vinculada
a la repercusión generada por hechos de violencia que se han incrementado en
este contexto, sobre todo en el sector público. En este sentido, es
posible determinar que inseguridad y violencia van de la mano. Las agresiones
verbales y físicas que sufren los médicos en su labor cotidiana desenlazan en
general, en sucesos violentos que atentan contra su seguridad en su ámbito
laboral.
Ahora bien, ¿Por qué se genera la violencia? Es
importante hacer una distinción. Hay
distintas causas que pueden impulsar un hecho de este tipo.
Por un lado, el tiempo de espera en pacientes con cuadros de
urgencia y gravedad o diagnósticos imprevistos que, en general, no son bien
recibidos. Este aspecto condice con un crecimiento de la demanda de consultas
en las guardias El Dr. Armando
Schmukler, presidente del Colegio de Médicos, explica: “Con ello estamos extendiendo el ámbito meramente
del hecho de violencia; lo llevamos al ambiente físico, a la atención.” Desde su experiencia diaria, el Dr Fernández reconoce
que muchas veces no solo se trata de la intolerancia de la gente, sino también del médico y manifiesta: “Llega
un momento que el médico no da abasto y pierde la noción del horario y hay
pacientes que pueden estar más de dos horas esperando”. Por su parte, la
Dra. Griselda Kopecky de AMRA, comenta: “En
estos momentos lo que se les está comunicando a los compañeros como consejo es que
sean lo más sencillo y claro posible cuando den un diagnostico.”
Por otra parte, se producen hechos meramente
delictivos. En hospitales como el Eva Perón, el Provincial y el Roque Saenz
Peña, se producen robos y arrebatos con frecuencia. Asimismo, hay un incremento
del número de pacientes que ingresan con heridas de bala o arma blanca.
Las distintas variables que pueden originar el
conflicto, así como las distintas formas en que puede efectuarse la violencia no
son los únicos factores que agudizan el panorama. Es necesario considerar,
además, que hay una gran cantidad de implicados y afectados. No solo se trata
de los médicos, sino también de los diversos trabajadores vinculados al ámbito
de salud: empleados, enfermeros, camilleros, entre otros.
Diversas causas, gran cantidad de implicados,
distintas manifestaciones de violencia y diferencias en cuanto a el grado de
visibilidad de la misma en cada hospital. Estos aspectos dan cuenta de la complejidad y la extensión del problema
de inseguridad y son cuestiones que dificultan su tratamiento. Schmukler,
analiza y postula que “La no
estigmatización del lugar de la violencia es un tema central para poder
tratarla” y considera que debe estudiarse en forma
particularizada debido a la amplitud que la misma presenta: “El problema de violencia es muy amplio y necesita un diagnóstico situacional particularizado”; opina.
En este contexto, la figura del médico aparece desprotegida. Muchos temen ser víctimas en su propio lugar de trabajo, y como expresa el Dr. Eduardo Taboada de Amra: “Trabajan bajo stress”. La situación se
torna más alarmante debido a la demanda de trabajo en las guardias, ya que
muchos renuncian a sus puestos por estos motivos.
Estamos hablando de un espacio público que es
indispensable para todos los ciudadanos. El estado es el encargado no solo de
garantizar seguridad sino que también, tiene responsabilidad de brindar un óptimo
servicio de salud público. En tanto, se hacen visibles falencias de distinto
orden de las autoridades locales ante un escenario que resulta insostenible
desde el año pasado.
Desde el Colegio de
Médicos manifiestan: "Necesitamos que las autoridades se comprometan en este asunto". AMRA adhiere al
pedido: “Hace 18 meses que venimos bregando
muy fuerte con la seguridad. Nos hemos
entrevistado con la policía, los secretarios de seguridad y el único que nos
dio la razón fue Marcos Escajadillo (Ex viceministro de Seguridad de la
Provincia), que es médico y se acordaba cuando él estaba haciendo guardia”
Está claro que la solución definitiva no está solamente en aumentar el personal de seguridad, o de instalar cámaras y detectores de metales en los mismos. Pero son formas inmediatas de brindarle protección a los trabajadores y de reducir los riesgos de incidentes.
Es evidente, como expresa Schmukler que: “No hay
soluciones mágicas”. Se trata de un trabajo mucho más intenso que tendrá que
asumir el estado en conjunto con las respectivas instituciones, comenzando en
delimitar las medidas más próximas. Será indispensable un análisis particularizado de cada hospital
con el propósito de detectar qué tipo de situaciones de inseguridad son más
frecuentes, y al mismo tiempo, atender a sus necesidades mejorando las
condiciones de los trabajadores y proporcionando la infraestructura necesaria.
Esto contribuirá a brindar una mejor atención y servicio a los pacientes, y paralelamente,
reducir la amplitud del problema.
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